Laberintitis

Consideraciones generales:

Los trastornos del sistema vestibular son frecuentemente llamados laberintitis por la población en general, y no es así. La laberintitis es una de las causas de los trastornos del sistema vestibular que puede originar vértigo, sensación ilusoria de movimiento, por ello no todo lo que causa vértigo, necesariamente, tiene que ser laberintitis. De 40 pacientes mensuales, evaluados con vértigo, sólo cuatro tienen laberintitis; quiere decir que la laberintitis no es tan común como se piensa.

Anatomía:

En el oído se distinguen tres partes: oído externo, que comprende el pabellón auricular (oreja) y el conducto auditivo externo; oído medio, que abarca la membrana y caja timpánica; y el oído interno que incluye el laberinto y el caracol (cóclea). El laberinto es el órgano que da información sobre los movimientos angulares y lineales a los cuales es sometido el cuerpo, permitiendo junto con los otros elementos que conforman el sistema vestibular, la postura adecuada, el equilibrio, la estabilidad ocular y la posición en el espacio. El compromiso inflamatorio del laberinto es llamado laberintitis

Definición:

Es la inflamación de la región laberíntica durante un proceso infeccioso agudo o crónico del oído medio que penetra hacia el laberinto a través de la ventana oval, la ventana redonda.

Es una complicación que, a pesar de lo que ha avanzado la otología, no ha desaparecido, por lo que se aconseja vigilar la función laberíntica en los oídos otorréicos ante su eventual aparición. Acostumbra a ser el primer paso a ulteriores complicaciones meningoencefálicas y deja siempre una pérdida auditiva sensorial definitiva.

Causas:

No es un trastorno genético, porque depende de un proceso infeccioso adquirido. Es importante acotar las causas que producen esa inflamación o infección. El inicio de la laberintitis puede ser una simple infección del oído medio, que es la estructura vecina al laberinto, estas infecciones generalmente son producidas por virus o bacterias, donde las protagonistas son Streptococcus neumonie, Haemophylus influenza y Moraxella catahrralis, que son las mismas que producen otitis media y por continuidad afectan el laberinto.

Por ejemplo, si una persona tiene una otitis media aguda (infección del oído medio) por cercanía, esa infección, o las toxinas producidas por las bacterias que están causando esa infección, pasan a través de unas estructuras conocidas como ventana oval, llegan al oído interno, contaminan el laberinto y éste se inflama.

Otra de las formas, son casos de pacientes con otitis media crónica (otitis media de larga data con más de tres meses de evolución) en la que se genera un tejido llamado colesteatoma, producto de la inflamación crónica, que tiene la particularidad de ir destruyendo el hueso creando continuidad con el oído interno por lo que las bacterias pasan al laberinto y lo infectan.

Además de la etiología otógena, la laberintitis puede tener su etiología en una meningitis cerebroespinal o piógena (laberintitis meningógena), en una infección diseminada por vía hemática (sarampión) y en traumatismos accidentales o quirúrgicos.

Síntomas:

Sentir que rota. Las cosas dan vuelta. Tener la sensación de que el piso se mueve o se hunde. Dificultad para leer. Escuchar con dificultad. Si la mayoría de las respuestas son positivas, seguramente existe un trastorno en el sistema vestibular. La sensación de desequilibrio e inestabilidad, los movimientos oculares involuntarios, la pérdida de la audición y los pitos en el oído son los principales síntomas de la laberintitis. Este es uno de los trastornos del sistema vestibular que implica la inflamación de los canales del oído interno. No es más que un proceso inflamatorio-infeccioso del laberinto.

Tipos de laberintitis:

Laberintitis circunscrita:

Es la comunicación anormal entre el oído interno y el oído medio. También es conocida como laberintitis crónica, perilaberintitis, o fístula laberíntica.
Esta complicación es específica de la otitis media colesteatomatosa y se produce por erosión de la cápsula ótica del laberinto con exposición del endostio e irritación laberíntica. Se calcula que el 10% de los colesteatomas producen fístulas.
Las fístulas laberínticas como complicación de una Otitis Media no colesteatomatosa son muy raras.
Pueden tener también un origen postquirúrgico, inmediato o retardado, incluso muy retardado.
Estas fístulas laberínticas cuyo origen es una Otitis Media se ha de diferenciar de la fístula perilinfática postraumática de la ventana oval.
Su lugar de asentamiento más frecuente es en la eminencia ósea del CSE, situada en el antro mastoideo, pero también puede localizarse en el resto de los canales y en el promontorio. La erosión da lugar a una fístula entre la cavidad timpánica y la luz laberíntica. Actualmente se puede considerar como la complicación más frecuente de la Otitis media crónica colesteatomatosa.

Laberintitis serosa:

También denominada laberintitis aguda tóxica. Las laberintitis son clásicamente serosas antes de llegar a ser infecciosas, por tanto esta forma es considerada como de transición hacia la infecciosa o supurada.
Se trata de una inflamación intralaberíntica difusa, discreta y reversible, total o parcialmente, producida por una reacción inflamatoria de vecindad, es decir, un proceso agudo o crónico en el oído medio.

Laberintitis supurada:

También denominada aguda supurada, aguda supurada clásica, destructiva o necrosante. Su terminología ha sido siempre un tanto imprecisa. Consiste, como su nombre indica, en la invasión de los espacios laberínticos por contenido purulento, bacterias y presencia de detritus.
Se trata de un proceso muy serio que en su evolución natural conlleva la anulación irreversible del laberinto y que cursa con un síndrome vertiginoso muy acusado e hipoacusia profunda irreversible. Hoy es una complicación excepcional.

Etiología.

Puede producirse en el transcurso de una Otitis Media Aguda o de una Otitis Media Crónica, o bien establecidas ya otras complicaciones como mastoiditis o meningitis.
En la OMC colesteatomatosa, la infección se propaga desde el oído medio al laberinto por una osteítis que llega a producir efracción ósea que lo más frecuente es que sea por erosión del CSE y más raramente a través de las ventanas o del promontorio. Otras efracciones pueden ser las quirúrgicas o traumáticas.
También puede propagarse sin efracción ósea a través del ligamento de la platina del estribo.
En la meningitis se ha propuesto una vía retrógrada a través del Conducto Auditivo Interno.
Se ha descrito algún caso sin lesión parietal ni penetración microbiana, siendo la patogenia totalmente oscura a falta de una constatación anatómica.

Anatomía patológica.

En una primera fase aumenta la tensión de la perilinfa produciéndose una autentico hidrops endolinfático, encontrándose en el líquido gérmenes, leucocitos y aumento de proteínas. En una segunda fase la infección forma una colección purulenta en el oído interno. Este empiema provoca la destrucción de los epitelios neurosensoriales de la cóclea y del laberinto posterior, lo que conlleva a la pérdida de la función vestibular y cofosis. Finalmente hay una tercera fase de cicatrización, es la de las lesiones sensoriales, pues se presenta una necrosis de las partes blandas del laberinto y unas lesiones óseas que consisten en aparición de hueso neoformado. La curación pasa a través de la pérdida de funciones.

Síntomas:

Se caracteriza por la aparición, en un paciente aquejado de un proceso ótico previo, de crisis vertiginosas, nauseas, vómitos y agravación de la hipoacusia que pasa a ser de tipo perceptivo. Los acúfenos pueden o no estar presentes. Siempre hay otorrea purulenta. Es un síntoma de estado grave.
Los vértigos son violentos y acompañados de intensa sintomatología vegetativa. Nistagmo hacia el lado sano, de tipo destructivo.
Hipoacusia profunda o cofosis.
Frecuente asociación de otras complicaciones endocraneales.
Aparece un nistagmo en la exploración que es de tipo ablativo, paralítico o de destrucción, es decir, hacia el lado sano, hacia el oído no afectado.

Diagnóstico:

Se hace sobre la base clínica y antecedentes del paciente: Que haya tenido una infección respiratoria superior, un dolor de oído, gripe fuerte, fiebre, malestar, mareos o vértigo, sensación de que todas las cosas se mueven a su alrededor y además no escucha bien (hipoacusia), permiten inferir que esa persona pudiera tener una laberintitis. Esto se puede corroborar con la evaluación clínica, al examinar al paciente se constatan signos de otitis media y trastornos del equilibrio, complementado con exámenes de laboratorio que revelan si se está en presencia de un proceso infeccioso, viral o bacteriano.

Otros exámenes:

• La audiometría permite conocer el umbral auditivo del paciente y finalmente si es necesario, se puede realizar la tomografía axial computarizada de oído medio y mastoides (TAC).

• La electronistagmografía permite ver cómo está el funcionamiento del sistema vestibular, y no debe realizarse en la fase aguda de la enfermedad. Sólo en casos específicos se hace la resonancia magnética cerebral, que es un estudio más completo, especialmente cuando se sospecha de complicaciones intracraneales de otitis media. Por ejemplo meningitis y absceso cerebral.

Diagnóstico diferencial con la enfermedad de Meniére:

Entre ambos procesos puede existir una relación. El hidrops ha podido ser constatado en temporales afectados por una OMC. Pueden darse casos de OMC que presentan una sintomatología cócleo-vestibular fluctuante, habiéndose comprobado mediante estudio anatomopatológico la existencia de lesiones características del hidrops con predominio en la zona apical. El mecanismo fisiopatológico de este cuadro se basa en el paso de productos enzimáticos a través de la ventana oval. La fístula puede cursar con un agravamiento de la hipoacusia, acúfenos, sensación de plenitud ótica y diploacusia, sintomatología que hace pensar siempre en un Meniére. La hipoacusia, al contrario que en el Meniére suele ser de predominio en agudos.

Tratamiento:

Se deben tomar en cuenta los medicamentos para tratar la infección e inflamación, y los sedantes vestibulares, que controlan el trastorno del equilibrio que comúnmente tiene la laberintitis; el tratamiento quirúrgico se reserva para los casos de otitis media crónica colesteatomatosa.
En general el antibiótico constituye la primera droga de elección y este va a depender del tipo de bacteria que exista en esa laberintitis o en ese compromiso del laberinto.

La precocidad del tratamiento es muy importante en el pronóstico, si el tratamiento se inicia con celeridad y en forma adecuada este trastorno tendrá una buena recuperación.

El tratamiento quirúrgico es requerido:
• Cuando es producida por una OMA y no hay respuesta al tratamiento. Cuando aparecen complicaciones endocraneales.
• Cuando es producida por una OMC, no debe de realizar laberintectomía en caso de que quede algún resto auditivo.
• Timpanoplastia, si existe colesteatoma.
• Mastoidectomía cuando la laberintitis está producida como complicación de una mastoiditis.

Evolución:

La resolución de la inflamación es lo más frecuente que acarree daño permanente por fibrosis y neoformación ósea (laberintitis osificante).
Muchos autores afirman que no es posible diferenciar entre una laberintitis serosa de una supurada hasta valorar el estado cócleo-vestibular a posteriori, es decir, si existe o no reversibilidad en la audición. Aunque excepcionalmente, puede evolucionar produciendo una difusión endocraneal de la infección, originando una meningitis o un absceso endocraneal.

Prevención:

• Evitar los procesos infecciosos en el oído medio
• Controlar las alergias y las hipertrofias (crecimiento) de amígdalas y adenoides para garantizar una buena ventilación de la vía aérea superior
• Hacer ejercicios

Cuando ya se tiene es recomendable:
• Práctica de ejercicios especializados para lograr la recuperación funcional del sistema vestibular
• Disminuir los niveles de estrés
• Practicar cualquier deporte o modalidad que proporcione paz y tranquilidad
• Evitar estar sentado o tumbado con la cabeza quieta, esto puede prolongar y hasta impedir el proceso de recuperación
• Evitar en la fase aguda leer, las luces brillantes y los movimientos bruscos
• Evitar tratamientos prolongados con sedantes vestibulares
• Mantener cierto grado de reposo; no es recomendable, por ejemplo, manejar.

Dr. Avilio Méndez Flores

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