La Diabetes

Nombres relativos:

Diabetes mellitus insulinodependiente o diabetes de comienzo juvenil. Diabetes tipo 1. Diabetes mellitus no insulinodependiente o diabetes de comienzo en la edad adulta. Diabetes tipo 2. Diabetes gestacional.

Definición:

La diabetes es una enfermedad en la cual hay un déficit en el funcionamiento de una hormona secretada por el páncreas denominada insulina.

Este déficit de función puede ser debido a dos causas, lo que dará lugar a los 2 principales tipos de diabetes que existen:
• Déficit en la producción de insulina es la diabetes tipo 1.
• Aumento de la resistencia a la acción de la insulina en los tejidos es la diabetes tipo 2.

Diabetes tipo 1:

Conocida anteriormente como diabetes mellitus insulinodependiente (DMID) o diabetes de comienzo juvenil, representa el 5% aproximadamente de todos los casos diagnosticados de diabetes.
La edad de comienzo es más temprana que la tipo 2, habitualmente antes de los 40 años. El inicio de los síntomas suele ser brusco con sed, diuresis excesiva (aumento en el volumen de la orina), aumento del apetito y pérdida de peso, que se desarrolla a lo largo de varios días. Los niveles de insulina en sangre están muy disminuidos o son indetectables. Una vez que aparecen los síntomas es necesario el tratamiento con insulina.

La causa de la diabetes tipo 1 no es conocida del todo aunque parece que el sistema inmune juega un papel principal en el desarrollo de esta enfermedad, el cual sintetiza anticuerpos contra las células productoras de insulina con la consiguiente destrucción de éstas. La carga familiar es pequeña en este tipo de diabetes, lo que significa que el tener un familiar con esta enfermedad no supone un aumento significativo del riesgo para el resto de los miembros de la familia. El tratamiento es insulina de por vida.
Los factores de riesgo están definidos de forma menos precisa en la diabetes tipo 1 que en la diabetes tipo 2, pero la aparición de la primera está relacionada con factores genéticos, ambientales, y del sistema inmunológico.

Diabetes tipo 2:

Conocida anteriormente como diabetes mellitus no insulinodependiente (DMNID) o diabetes de comienzo en la edad adulta, representa entre el 90% y el 95% de todos los casos diagnosticados de diabetes.

La edad de comienzo es más tardía, es decir, por encima de los 40 años. El paciente suele mostrar de forma característica un exceso de peso. Los síntomas comienzan de forma más gradual que la tipo 1 y el diagnóstico suele realizarse al descubrir una elevación en las cifras de glucosa en un análisis realizado por otras causas en una persona asintomática. A diferencia de la tipo 1 los niveles de insulina en sangre son normales o están aumentados en la fase inicial de la enfermedad. En esta fase el tratamiento consiste en pastillas (anti diabéticos orales) que estimulan la secreción de insulina por parte del páncreas, disminuyen la resistencia a la acción de la insulina en los tejidos y disminuyen y retardan la absorción de hidratos de carbono en el tubo digestivo. A medida que pasa el tiempo el páncreas va agotando sus reservas y en las fases finales los niveles de insulina sanguíneos disminuyen hasta hacerse indetectables, y es en esta fase cuando se hace necesario el tratamiento con insulina. La carga familiar es mayor que en el tipo 1, siendo la obesidad un importante factor predisponerte para su aparición.

Entre los factores de riesgo de la diabetes tipo 2 se halla la edad avanzada, obesidad, antecedentes familiares de diabetes, antecedentes de diabetes gestacional, tolerancia disminuida a la glucosa, falta de actividad física, y raza u origen étnico. Los afroamericanos, los hispanos o latinos, los indios americanos, y algunos estadounidenses de origen asiático así como los isleños del Pacífico están en una situación de riesgo elevado de contraer diabetes tipo 2.

La diabetes gestacional:

Es un tipo de diabetes que sólo afecta a las mujeres embarazadas. Si no es tratada adecuadamente puede causar problemas para la madre y los bebés. La diabetes gestacional se manifiesta en entre un 2% y un 10% de todos los embarazos pero generalmente desaparece después del parto.

La diabetes gestacional aparece con mayor frecuencia en los afroamericanos, hispanos o latinos, indios americanos, y personas con antecedentes familiares de diabetes que en los otros grupos. También se asocia la obesidad a un riesgo más elevado. Las mujeres que han tenido diabetes gestacional corren un riesgo mayor de contraer diabetes tipo 2 posteriormente. En algunos estudios, entre el 35% y el 60% de las mujeres con antecedentes de diabetes gestacional contrajeron diabetes posteriormente.

Otras formas específicas de diabetes que son el resultado de síndromes genéticos específicos, cirugías, medicamentos, desnutrición, infecciones, y otras enfermedades representan entre el 1% y el 5% de todos los casos diagnosticados de diabetes.

Causas:

Las causas de la diabetes tipo 1 parecen ser muy distintas a las de la diabetes tipo 2, aunque el mecanismo exacto de aparición de ambas enfermedades aún no ha sido descubierto. Se sospecha que la diabetes tipo 1 se manifiesta luego de una exposición a un “factor desencadenante ambiental”, como un virus no identificado, que estimula un ataque del sistema inmunitario a las células beta del páncreas (que producen insulina) en algunas personas con una predisposición genética.

Patogenia:

La diabetes es una enfermedad en la cual los niveles de glucosa en la sangre están por encima de lo normal. La mayor parte de los alimentos que consumimos se transforman en glucosa, o azúcar, que es utilizada por el cuerpo para generar energía.

El páncreas, un órgano que se encuentra cerca del estómago, produce una hormona llamada insulina para facilitar el transporte de la glucosa a las células del organismo. Cuando se sufre de diabetes, el organismo no produce suficiente insulina o no puede utilizar su propia insulina adecuadamente. Esto causa que el azúcar se acumule en la sangre.

Síntomas:

Las personas que piensan que tienen diabetes deben acudir a un médico para recibir un diagnóstico. Podrían presentar alguno o ninguno de los siguientes síntomas:
• Necesidad frecuente de orinar
• Sed excesiva
• Pérdida de peso sin causa aparente
• Hambre excesiva
• Cambios bruscos en la visión
• Hormigueo o insensibilidad en las manos y los pies
• Cansancio extremo la mayor parte del tiempo
• Piel muy seca
• Úlceras que tardan mucho en sanar
• Más infecciones de lo normal
• Las náuseas, vómitos, o dolores de estómago pueden acompañar algunos de estos síntomas cuando la diabetes insulinodependiente, denominada diabetes tipo 1, se manifiesta repentinamente.

Diagnóstico:

Se realiza mediante la detección de niveles altos de glucosa en sangre. Existen diversos criterios bioquímicos, y siempre conviene confirmar la alteración mediante un segundo análisis en un día diferente. En general, se considera que existe diabetes cuando los niveles de glucosa superan los 200 mg/dl en cualquier momento o cuando están por encima de 126 en ayunas. Si los niveles en ayunas se encuentran entre 110 y 126 debe realizarse una prueba de sobrecarga oral de glucosa para su confirmación. Si esta prueba no es normal pero no llega a las cifras para considerar diabetes, se habla de intolerancia a la glucosa o intolerancia hidrocarbonada, y puede ser el paso previo a la aparición con el tiempo de una diabetes franca.

Manejo:

El primer paso para un buen control de la enfermedad es que quien la sufra la conozca lo mejor posible y sea capaz de realizar gran parte de las actuaciones para este control de forma eficaz y sin intervención del médico salvo para las revisiones rutinarias y en caso de complicaciones. Cuanto mejor estén controladas las cifras de glucemia y cuanto más tiempo se perpetúe este control, menos frecuentes serán todas las complicaciones anteriormente descritas.

Es conveniente realizarse de forma periódica auto controles de los niveles de glucosa, para lo cual existen distintos dispositivos que tan sólo requieren una gota de sangre, obtenida habitualmente tras un pinchazo en la yema de un dedo o el lóbulo de la oreja. En fases iniciales es bueno realizar algunos días un perfil completo, esto es, mediciones en ayunas y antes y después de cada comida. Incluso en ocasiones puede ser útil una determinación de madrugada. Los resultados deben apuntarse en unas agendas especialmente diseñadas al efecto, donde también se puede anotar la medicación tomada en cada momento, las enfermedades sufridas durante el período de medición, etc. A la vista de los resultados el médico puede ir modificando los hábitos del paciente así como los distintos tipos de fármacos y sus dosis. En los pacientes bien entrenados que reciben insulina, muchas veces son ellos mismos los que modifican la dosis de la misma o deciden qué comer en cada momento o qué actividad física realizar en función de los resultados.

Existe además un análisis que nos permite tener una idea más a medio plazo de si ha existido un buen control global de los niveles de glucosa en los tres meses anteriores. Se trata de la determinación de hemoglobina glicosilada. Sin embargo, esto ya requiere una extracción sanguínea y un procesamiento en laboratorio, así como supervisión del médico de atención primaria o el endocrinólogo.
Las personas con diabetes deben aceptar la responsabilidad de su cuidado personal diario y de mantener los niveles de glucosa en la sangre para evitar que alcancen niveles muy altos o muy bajos.

Deben observar de cerca su control de la diabetes y mantener ese control. Además, las personas con diabetes pueden ver a un endocrinólogo que se especialice en el cuidado de la diabetes; a un oftalmólogo para los exámenes de la vista; a un podiatra para el cuidado rutinario de sus pies; y a un experto en dietas y diabetes que les pueda enseñar lo que deben saber para poder controlar su diabetes día a día.

Tratamiento:

Existen tres pilares fundamentales: El ejercicio físico, la dieta y los fármacos. Los tres son importantes y deben tenerse en cuenta de forma simultánea para que la enfermedad esté bien controlada.

La terapia básica para la diabetes tipo 1 es comer en forma saludable, hacer ejercicio, y ponerse inyecciones de insulina. La cantidad de insulina que se aplique debe ser balanceada con los alimentos y el ejercicio. Los niveles de glucosa en la sangre deben ser observados de cerca mediante pruebas frecuentes de la glucosa.

La terapia básica para la diabetes tipo 2 es comer en forma saludable, hacer ejercicio, y hacerse las pruebas de glucosa en la sangre. Además, las personas con diabetes tipo 2 necesitan medicamentos orales, insulina, o ambos para poder controlar sus niveles de glucosa en la sangre.

Es importante realizar a diario una actividad física moderada que facilite la utilización en los distintos tejidos del exceso de glucosa del organismo. Puede ser suficiente con caminar al menos 30-60 minutos al día. Este ejercicio puede variarse en función de los niveles de glucosa.

En la alimentación debe evitarse el consumo de alimentos ricos en azúcares refinados (dulces, bollería) y en grasas. Por lo demás debe ser una dieta equilibrada. Conviene tener a mano no obstante algún dulce o similar por si se sufrieran síntomas de hipoglucemia (“bajada de azúcar”), como son mareo, sudoración, temblores, visión borrosa e incluso en ocasiones pérdida de conocimiento. Los regímenes deben ser individualizados y pautados por un médico.

En cuanto a los fármacos, los dos grandes grupos son la insulina y los antidiabéticos orales. Existen distintos tipos de insulina, cada una con distinta rapidez en el inicio de su efecto y con distinta duración del mismo, en función de las necesidades de cada persona. Hay también la posibilidad de combinaciones o mezclas de insulinas de acción rápida y lenta en la misma inyección. La inyección es subcutánea y suele aplicarse en el abdomen o en los muslos. Los anti diabéticos orales se clasifican en tres grandes grupos: aquellos que estimulan la secreción de insulina por el páncreas, los que estimulan su utilización en los distintos tejidos donde actúa y los que disminuyen la absorción de glucosa en el tubo digestivo a partir de los alimentos.

Debe ser el médico quien determine el tratamiento más adecuado en cada paciente individual en función de sus características, tanto médicas como de hábitos de vida, así como la frecuencia de revisiones y seguimiento.

Curación:

La comunidad tiene tres alternativas ante la enorme carga para la salud que representa la diabetes: prevenir la enfermedad, curarla, y mejorar la calidad de los cuidados para las personas con diabetes a fin de prevenir complicaciones graves.
Tanto los Institutos Nacionales de Salud (NIH) como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) están involucrados en actividades de prevención. Los NIH llevan a cabo actividades de investigación para curar la diabetes tipo 1 y tipo 2, especialmente el tipo 1. Los CDC dirigen la mayor parte de sus programas a garantizar que los avances científicos comprobados se reflejen en las prácticas diarias de las personas afectadas por la enfermedad. La idea fundamental es que si las investigaciones y avances científicos no encuentran una aplicación práctica en la vida diaria de las personas afectadas por la enfermedad, entonces la investigación fundamentalmente no tiene sentido.

Se están explorando varios enfoques para “curar” la diabetes:
• Trasplantes de páncreas
• Trasplantes de las células de los islotes del páncreas (estas células producen insulina)
• Elaboración de páncreas artificiales
• Manipulación genética (se inserta un gen de insulina humana en las células grasas o de músculos que normalmente no producen insulina, luego se trasplantan estas “pseudo” células de islotes en las personas que sufren de diabetes tipo 1.

Cada uno de estos enfoques debe superar una serie de obstáculos, como prevenir el rechazo del sistema inmunológico, encontrar un número adecuado de células productoras de insulina, mantener las células con vida, etc. Se están logrando avances en cada uno de estos ámbitos.

Complicaciones:

Cuando se añade algún problema agudo como son las infecciones o el incumplimiento del tratamiento, pueden aparecer dos complicaciones graves a corto plazo, como son la cetoacidosis y el estado hiperosmolar, situaciones ambas graves que requieren hospitalización y tratamiento intensivo. El exceso de glucosa de forma más o menos mantenida produce además una serie de alteraciones en múltiples tejidos y órganos que puede llegar a poner en compromiso su función.

Los vasos sanguíneos sufren con más intensidad y en edades más tempranas alteraciones que conducen a la arteriosclerosis. Esta, a su vez, provoca que sean más frecuentes las enfermedades cardiovasculares, incluyendo la angina de pecho y el infarto de miocardio, los accidentes cerebro vasculares (trombosis cerebrales…), los déficits de riego sanguíneo intestinal, la insuficiencia arterial en las piernas, etc.

La función del riñón puede verse comprometida debida a una serie de alteraciones englobadas en el término de nefropatía diabética, no siendo rara la necesidad a largo plazo de diálisis e incluso de trasplante.

El ojo sufre especialmente los efectos de la hiperglucemia mantenida, con distintas anomalías que degeneran en distintos grados de pérdida de visión, desde a leve hasta completa. Todas estas alteraciones se agrupan en la denominada retinopatía diabética.
El sistema nervioso periférico también puede llegar a alterarse de forma importante, provocando distintos tipos de afectación motora, sensitiva y de las funciones involuntarias o vegetativas, que a su vez afectan a distintos órganos. Es especialmente sensible el aparato digestivo, con distintos trastornos principalmente en su motilidad.

Otra parte del organismo que se afecta con frecuencia es el pie, de modo que existe una entidad específica conocida como “pie diabético”. Ante pequeños traumatismos y heridas, que pueden pasar desapercibidas dado que no hay una buena sensibilidad, se producen úlceras y escaras que a su vez se sobre infectan con más frecuencia y curan y cicatrizan de forma más tórpida al no existir un buen riego sanguíneo, entrando en un círculo vicioso que en ocasiones puede llegar hasta la amputación a distintos niveles del miembro.

Prevención:

Varios estudios han demostrado que la actividad física en forma regular puede reducir considerablemente el riesgo de contraer la diabetes tipo 2, la cual está asociada a la obesidad.

Los investigadores han registrado avances en la identificación del mecanismo genético y los “factores desencadenantes” que predisponen a algunas personas a sufrir de diabetes tipo 1, pero la forma de prevenir la enfermedad sigue siendo un misterio.

Proyecciones sombrías:

El número de personas que vive con diabetes aumentó a 366 millones y la enfermedad causa la muerte de un paciente cada siete segundos, lo que representa un “enorme desafío” para los sistemas sanitarios a nivel mundial.

La gran mayoría padece el tipo 2 de la diabetes -relacionado con una mala dieta, obesidad y falta de ejercicio- y el problema se está extendiendo al mundo en vías de desarrollo a medida que se van adoptado estilos de vida cada vez más occidentales.

Los diabéticos sin controlar tienen un nivel inadecuado de la glucosa en sangre, lo que puede llevar a complicaciones graves como dolencias cardíacas, accidente cerebro vascular, daños en los riñones y en el sistema nervioso y ceguera.

La anterior edición de octubre del 2009 había estimado que el número de diabéticos llegaría a 285 millones de personas en el 2010, aunque un estudio separado publicado en The Lancet en junio de este año ya proyectó una cifra de 347 millones.

Se necesita más investigación para reforzar los sistemas sanitarios en todo el mundo con el fin de enfrentar la diabetes.

Las ventas mundiales de fármacos contra la diabetes sumaron 35.000 millones de dólares el año pasado y podrían generar hasta 48.000 millones de dólares para el 2015, según la firma de investigación IMS Health, dado el aumento de la prevalencia y los tratamientos, especialmente en países como China, India, México y Brasil.

Dr. Avilio Méndez Flores






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