La difteria

difteria faringea

Definición:

La difteria es una infección bacteriana altamente contagiosa y con riesgo mortal. Afecta con mayor frecuencia las membranas mucosas asociadas con el sistema respiratorio (la garganta y las fosas nasales) y puede también infectar la piel. Además, algunos tipos de bacterias pueden causar daño al corazón, sistema nervioso y riñones.

Epidemiología:

La difteria es más común en los lugares con poblaciones densas. Es probable que los niños menores de 15 años que no hayan sido vacunados contraigan la difteria. Con frecuencia, la enfermedad se presenta en adultos que no han sido vacunados y es más grave en las personas sin la vacuna o vacunadas de forma inadecuada.

Agente causal:

La bacteria Corynebacterium diphtheriae solo afecta al ser humano.
Es también conocido como bacilo de Klebs-Löffler.
Es una bacteria Gram positiva, aerobia, catalasa positiva y quimioorganotrofa, y fue descubierto en 1884 por el patólogo Edwin Klebs y el bacteriólogo Friedrich Löffler.

Este bacilo (con forma de bastón recto o ligeramente curvado), no esporulado, no capsulado y carente de movilidad, mide de 1 a 8 µm de largo y de 0,3 a 0,8 µm de diámetro y forman en cultivos agrupaciones ramificadas con la apariencia de ideogramas chinos.

Biotipos:
Cuatro biotipos son hoy reconocidos de C. diphtheriae:
mitis
intermedius
gravis
belfanti

Reservorio:
El hombre es el único reservorio conocido de C. diphtheriae (mediante portadores, en general, asintomáticos).

Contagio:

Se transmite a otros por medio del contacto directo por estornudos, tos o cualquier otro tipo de secreción de las personas infectadas.

Las personas infectadas con el germen de la difteria pueden contagiar hasta durante dos semanas, pero raramente más de cuatro semanas. Si el paciente recibe el tratamiento con los antibióticos adecuados, el período de contagio puede limitarse a menos de cuatro días.

La infección se contagia de persona a persona mediante el contacto con:
• Pequeñas gotas de humedad que quedan suspendidas en el aire cuando una persona infectada tose o estornuda y una no infectada las inhala.
• Artículos personales, como pañuelos o vasos para beber, que han sido usados por una persona infectada
• Piel que esté infectada con difteria.

Riesgo:

Un factor de riesgo es aquello que incrementa su probabilidad de contraer una enfermedad o afección. Los factores de riesgo incluyen:
• No haber recibido inmunización previa contra la difteria.
• No haber tenido una dosis de reforzamiento en los últimos diez años.
• Vivir en condiciones insalubres o hacinadas.
• Tener un sistema inmune comprometido.
• Estar mal nutrido.
• En términos de edad, las personas con mayor riesgo de contraer la difteria son los menores de 5 años y los mayores de 60.

De un modo más general, quienes están más expuestos son aquellas personas que viven en condiciones de insalubridad, los que sufren malnutrición y todo aquel que no esté al día en el programa de vacunaciones. Por lo tanto la difteria es un problema más común en países subdesarrollados.

Patogenia:

La bacteria Corynebacterium diphtheriae tiende a infectar sobre todo las fosas nasales y la garganta, originando una pseudo-membrana dura y fibrosa que puede llegar a obstruir las vías respiratorias, aunque también sucede que algunos afectados nunca llegan a desarrollarla. En algunos casos puede cursar infección en la piel y ocasionar lesiones cutáneas.

Una vez se ha producido la infección, las bacterias liberan toxinas que pueden diseminarse en el torrente sanguíneo y pasar a diversos órganos. Esta situación puede revestir mucha gravedad.

Incubación:

En general, los síntomas aparecen entre dos y cuatro días después del contagio, pudiendo oscilar entre uno y diez días.

Síntomas:

Hay dos tipos de difteria. Uno de ellos compromete las fosas nasales y la garganta y el otro, la piel. Los síntomas incluyen dolor de garganta, fiebre baja e inflamación de los ganglios linfáticos del cuello. Las lesiones de la piel pueden ser dolorosas, rojizas y edematosas.

La difteria (del griego διφθέρα, cuero), durante los primeros días de infección respiratoria (habitualmente faringe) crea un denso coágulo necrótico de organismos, células epiteliales, fibrina, leucocitosis y eritrocitos que se convierten en una pseudo-membrana adherente gris-marrón con aspecto de cuero, que puede desprenderse y obstruir la vía respiratoria. Si no se trata, la bacteria puede producir una toxina que se propaga por el cuerpo y daña el corazón, los nervios y los riñones.

Los síntomas incluyen:
• Dolor de garganta y dolor al deglutir.
• Fiebre que no suele ser muy alta.
• Inflamación de las glándulas del cuello.
• Dificultad para respirar.
• Dificultad para tragar.
• Debilidad.
• Cubierta gris en la parte posterior de la garganta.

Alternativamente, una persona con difteria puede no presentar absolutamente ningún síntoma. Se reconocen en menor frecuencia cuadros iniciales de infección cutánea, vaginal, de conjuntivas oculares u oídos.

Por lo que respecta a los niños, las náuseas y vómitos, la fiebre, los escalofríos y las cefaleas son síntomas más comunes que en las personas adultas. En los casos de mayor gravedad la exotoxina puede diseminarse hacia los tejidos del cuello causando un edema intenso; lo que se conoce popularmente como “cuello de toro”.

Diagnóstico:

Se sospechará de difteria si la garganta y las amígdalas están cubiertas con una membrana gris. Las pruebas para confirmar un diagnóstico pueden incluir:
• Una muestra de la membrana gris que cubre la parte posterior de la garganta.
• Una muestra de tejido de un área infectada de la piel.
• El diagnóstico se confirma mediante examen bacteriológico, utilizando de preferencia medios como los de Loeffler o el de Agar Sangre Cistina Telurito (ASCT).

Tratamiento:

La difteria es una emergencia médica que requiere cuidado inmediato por parte del médico. No todas las personas que contraen difteria muestran señales de enfermedad, aunque podrían infectar a otras personas. Cuanto más pronto se trate, más favorable será el resultado.

Ciertos antibióticos, tales como la penicilina y la eritromicina, pueden ser formulados para el tratamiento de la difteria. También se utiliza una antitoxina de la difteria como tratamiento.

Si el médico considera que presenta difteria, el tratamiento comenzará de inmediato, incluso antes de que se entreguen los resultados de laboratorio. Las opciones de tratamiento incluyen:
• Antitoxina: una sustancia inyectada que neutraliza el veneno de la difteria presente en el organismo.
• Antibióticos: una sustancia, inyectada o administrada en forma de comprimido, que destruye la bacteria de la difteria en el cuerpo y cura la infección. También reduce la cantidad de tiempo que una persona es contagiosa.
• Aislamiento y reposo en cama: lleva mucho tiempo, hasta seis semanas, recuperarse de la difteria, en especial si el corazón ha resultado afectado. Podría ser necesario el aislamiento mientras una persona aún es contagiosa.

Las personas infectadas, aunque no presenten síntoma alguno, deberán ser tratadas con antibióticos.

En primer lugar se administra la antitoxina diftérica por vía intramuscular o intravenosa y, posteriormente, se procederá al tratamiento de la infección con medicamentos antibióticos como la penicilina o la eritromicina.

Es relativamente habitual que los pacientes requieran hospitalización donde puede recibir otros tratamientos como oxígeno, líquidos por vía intravenosa, tubo respiratorio, monitoreo cardiaco o corrección de las obstrucciones que se hayan producido en las vías respiratorias.

Complicaciones:

Una de las complicaciones más frecuentes de la difteria es la miocarditis; la inflamación del músculo cardíaco. El sistema nervioso también puede verse comprometido, pudiendo provocar una parálisis temporal. Otro de los órganos expuestos a la toxina de la difteria son los riñones.

La muerte ocurre en aproximadamente 5 a 10 por ciento de todos los casos.

Prevención:

Se hace por medio de la vacunación en la que se combina la vacuna de la difteria con la del tétanos y la de la pertussis acelular para formar una vacuna triple. Esta vacuna debe administrarse a los dos, cuatro, seis y 15-18 meses de edad, y entre los cuatro y seis años de edad. Debe administrarse una combinación de la vacuna del tétanos con la de la difteria (Td) cada 10 años para mantener la inmunidad.

La única medida de control efectiva es mantener el nivel más alto posible de inmunización en la comunidad. Otros métodos de control incluyen el tratamiento inmediato de casos y un programa comunitario de vigilancia.
A la recuperación de la difteria no siempre le sigue una inmunidad duradera.

La vacuna para la difteria es segura y es muy efectiva para prevenir la enfermedad. Se administra una serie de vacunas durante la niñez; posteriormente, se necesitan vacunas de refuerzo cada diez años para mantener el sistema inmunitario fuerte.

Antes de que hubiera vacunas y medicamentos disponibles para prevenir y tratar esta enfermedad, casi una de cada diez personas que tenía difteria moría. Era la causa principal de muerte entre los niños.

Dr. Avilio Méndez Flores






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