La apnea del sueño


Fue descrita por primera vez como enfermedad en 1956 y apenas lleva 50 años sometida a estudio. En Venezuela, según cifras conocidas, la sufre el 5% de la población, pero cuando se superan los 60 años puede elevarse a 30% el número de víctimas.

Los neumonólogos la consideran un mal común y grave y se estima tan frecuente como el asma. Como trastornos del sueño se enumeran ciento veinticinco tipos, encabezados por el insomnio y, en el segundo lugar, la apnea.

La apnea ocurre cuando los músculos de la faringe se relajan y obstruyen el paso del aire y ocasiona asfixia. El cerebro detecta la falta de oxígeno y envía una señal para restablecer la respiración, la persona tiene que despertar y cuando lo hace se contraen los músculos de la faringe, lo cual produce el ronquido. Cada pausa respiratoria constituye una apnea y durante cada uno, el afectado deja de respira diez, veinte y hasta treinta segundos.

Cuando se duerme normalmente se produce una relajación muscular general, excepto en el corazón y los músculos del cuello deben mantenerse activos para que el aire entre.

Durante el sueño, el ronquido continuo y fuerte es uno de los síntomas más conocidos de la apnea. Durante el día, debido al mal sueño nocturno, la persona presenta somnolencia y por tanto hace disminuir el rendimiento físico e intelectual, disminuye la libido y, ocasionalmente, depresión y/o irritabilidad.

Uno de los problemas más serios de la apnea es la hipoxemia o falta de oxígeno. Y ocurre que con cada pausa, cesa el oxígeno y el corazón late más rápido, alterando los mecanismos de regulación interna; se liberan hormonas relacionadas con el estrés, por lo que ocurren subidas de la tensión arterial y aumento de factores que favorecen la coagulabilidad de la sangre. El asunto de la apnea es tan serio, que las cifras revelan esta inquietante proporción: uno de cada tres infartos cardiovasculares, dos de cada tres derrames cerebrales, nueve de cada diez casos de hipertensión tienen que ver con la apnea.

En el caso de la apnea infantil se le vincula con problemas de adenoides o amígdalas y traen como secuela trastornos de crecimiento, conducta y aprendizaje. La mayor parte de los pacientes de la apnea es obesa porque el exceso de grasa corporal produce una estrechez de la faringe.

Las mujeres, a diferencia de los hombres, sufren menor incidencia por la protección que le brindan sus hormonas, como la progesterona, que favorece la respiración. En su caso, el problema se presenta mayormente en la etapa posmenopáusica.

Cómo tratar la apnea:

• Uso del CPAP, un dispositivo que suministra una presión de aire a través de una manguera y una mascarilla, abriendo las vías aéreas obstruidas y permite normalizar la respiración. Según los especialistas, ofrece mejores resultados porque no es invasivo y actúa directamente sobre la apnea. Su uso es obligatorio todas las noches.

• El método pillar, que consiste en la inserción de tres implantes muy pequeños dentro de la garganta, evitan que el paladar se hunda durante el sueño y obstruya las vías respiratorias.Hay quienes opinan que el método en cuestión actúa sobre el ronquido mas no elimina la apnea, pues sucede más abajo, en la faringe.

• La cirugía se efectúa con la finalidad de retirar el exceso de tejido de la garganta y de aumentar el tamaño de la faringe. La recuperación es larga y traumática. Hay quienes afirman que la operación disminuye el ronquido, más no la apnea.

Para hacer un diagnóstico correcto y completo es necesario practicar una polisomnografía, un estudio de los patrones de comportamiento del paciente mientras duerme.

En el pasado reciente, el examen se extendía por tres días, pero en la actualidad una noche en el laboratorio de sueño es suficiente. ¿Cómo funciona?: se habilita una confortable habitación para que el paciente se sienta lo más cómodo posible.

Durante las primeras cuatro horas de sueño, el tratante registra en la computadora y a través de video, las funciones respiratorias, cerebrales y cardíacas y sus movimientos físicos. Cumplido ese lapso, se establece el diagnóstico y a continuación se le calibra el CPAP (Constant Positive Airway Pressure).

De acuerdo con los estudios, el paciente experimenta mejoría y al despertar se siente relejado, descansado, lo cual lo motiva a proseguir el tratamiento.

Dr. Avilio Méndez Flores

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