Espondilitis Anquilosante

Consideraciones anatómicas de la columna vertebral:

La columna vertebral consta de 24 vértebras y 110 articulaciones. Tiene tres secciones con siete vértebras CERVICALES, doce DORSALES o TORACICAS y cinco LUMBARES. La zona cervical o del cuello es la más móvil. Las vértebras de la sección dorsal tienen una costilla unida a ellas por ambos lados. Debajo de la zona lumbar está el hueso sacro, que tiene forma de diamante y se traba en la pelvis como una piedra angular. Las articulaciones entre los lados del sacro y el resto de la pelvis se llaman articulaciones sacro ilíacas.

Definición:

La Espondilitis Anquilosante es una enfermedad inflamatoria crónica que se distingue por su afectación del llamado esqueleto axial, que comprende la columna vertebral y las articulaciones sacro ilíacas. También puede afectar otras articulaciones, tendones y ligamentos de distintas áreas como los ojos y el corazón.
Su evolución es progresiva y puede deteriorar la calidad de vida al limitar la movilidad de la persona produciendo así discapacidad.

Etimología:

Espondilitis indica la inflamación que afecta las articulaciones de la columna vertebral y deriva de las palabras griegas que describen las partes constituyentes de la columna vertebral junto con el sufijo -itis que significa inflamación. Anquilosante significa que tiende a la fusión rígida de dos o más partes (anquilosis), No obstante, es importante darse cuenta que la soldadura total de la columna vertebral que el nombre de la enfermedad implica, no es la norma. Muchos pacientes nada más sufren una fusión parcial, a veces limitada a los huesos de la pelvis.

Causas:

La causa todavía se desconoce. Sin embargo, se han hecho numerosos descubrimientos importantes desde el comienzo de los años setenta. Uno de ellos es que alrededor del 96% del total de 80.000 casos diagnosticados clínicamente en el Reino Unido comparten el mismo código genético “HLA B27” (Human Leucocyte Antigen B27 = Antígeno del leucocito humano 1327). Esto forma parte de las células blancas de la sangre y es muy diferente de los grupos de células rojas tales como el A, B, 0 y los indicadores de Rhesus.
Hay pruebas de que un proceso derivado del medio ambiente exterior puede ser el responsable del inicio de la enfermedad y de sus reactivaciones. Podría ser que un micro-organismo normalmente inofensivo y contrarrestado por nuestro sistema inmunológico desencadenara una reacción adversa después de entrar en contacto con la persona que posee el grupo B27. En la mayoría de los casos, esto produce la inflamación de las articulaciones sacroilíacas y de diferentes áreas de la columna vertebral.

Frecuencia:

Se observa 3 veces más en hombres que en mujeres, mientras que suele afectar sobre todo a personas de 15 a 35 años de edad. Está relacionada con una alteración genética, por lo que es una enfermedad que se relaciona con factores de herencia, al menos en el 90% de los casos reportados.

Síntomas:

El síntoma característico de esta patología es el dolor en la zona lumbar que se intensifica durante el reposo y puede estar acompañando de sensación de rigidez al despertar. La enfermedad puede afectar también las articulaciones de las extremidades inferiores en forma asimétrica, también comúnmente se puede presentar una forma inflamación y enrojecimiento que puede afectar los dedos de manos o pies dándoles un aspecto de “dedos en salchicha”.
Con frecuencia los pacientes con espondilitis anquilosante se quejan de dolor y engrosamiento del tendón de Aquiles, debido a la inflamación del tendón en su sitio de inserción en el hueso. En algunos casos también puede afectarse el ojo, produciendo un proceso inflamatorio denominado uveítis. Los indicios de esta enfermedad suelen manifestarse entre los 20 y 30 años de edad, siendo más frecuente en hombres que en mujeres.
Los casos avanzados pueden originar la formación de hueso nuevo en los espacios de las vértebras, lo que da lugar a una columna rígida y fija, especialmente a nivel de la espalda baja y en cuello.

Otras molestias relacionadas con la Espondilitis Anquilosante son el dolor en hombros, caderas, costillas, talones y articulaciones pequeñas de las manos. También puede verse afectada una región aparentemente sin relación alguna como el ojo, dando lugar a una inflamación conocida como uveítis. De igual manera, la arteria aorta puede sufrir dilatación como parte de los síntomas producidos por la Espondilitis Anquilosante.
La Espondilitis Anquilosante empieza a manifestarse en la adolescencia o edad adulta temprana y síntomas que pueden variar de una persona a otra.

Los síntomas más comunes observados en la Espondilitis Anquilosante son:
• Dolor y rigidez en la parte baja de la espalda y región glútea, en las mañanas y noches
• Inflamación del tendón de Aquiles y de la planta del pie (fascitis plantar)
• Disminución del apetito
• Fatiga persistente
• Pérdida de peso
• Episodios ocasionales de fiebre
• Dolores en articulaciones del cuello, costillas, escápulas (omóplatos), caderas y talones.

Diagnóstico:

Desafortunadamente, el diagnóstico de la espondilitis anquilosante puede tardar entre 5 y 10 años, ya que con frecuencia los síntomas se confunden con lumbalgia mecánica de origen muscular (el llamado lumbago). La falta de un tratamiento adecuado por períodos prolongados conlleva a la progresión insidiosa de la enfermedad y desencadena el daño articular, deformidades, así como la aparición de manifestaciones pulmonares, cardiovasculares y oculares.

A menudo, el reumatólogo es quien diagnostica la espondilitis anquilosante. El diagnóstico temprano basado en sus características clínicas, con métodos de laboratorio y de imágenes, especialmente el uso de resonancia magnética nuclear, permite la instauración oportuna del tratamiento multidisciplinario temprano.

Algunos de estos puntos a tomarse en cuenta son:
• Inicio de las molestias antes de los 35 años
• Dolor continuo y crónico (de más de 3 meses)
• Dolor de espalda baja que empeora con el reposo prolongado o al iniciar/finalizar el día
• Dolor de espalda que mejora con la actividad física o ejercicio
• Mejoría con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos.

El diagnóstico de la Espondilitis Anquilosante se puede realizar mediante una revisión médica completa y no requerir de otras valoraciones. Sin embargo, la confirmación se realiza principalmente con estudios de imagen, siendo la radiografía de columna lumbar la más comúnmente solicitada con este fin. La imagen por Resonancia Magnética puede ser más detallada, pero el costo y falta de criterios para el diagnóstico la descartan como estudio de elección. Por otra parte, las radiografías sólo muestran las lesiones en estado avanzado, por lo que la evaluación clínica sigue siendo lo más importante para el diagnóstico oportuno.

En algunos casos puede también puede hacerse mediante la búsqueda de la proteína marcadora o factor mayor de histocompatibilidad B27 (HLA-B27, por sus siglas en inglés) darnos una orientación diagnóstica, sobretodo en grupos raciales caucásicos.

Tratamiento:

Aunque en la actualidad no existe un tratamiento definitivo para curar la Espondilitis Anquilosante, los medicamentos antiinflamatorios y la rehabilitación física son los pilares que mantienen al mínimo el dolor, la rigidez y el avance de la enfermedad en general.

La meta del tratamiento integral de la enfermedad es mejorar la calidad de vida del paciente, aliviar los síntomas, prevenir el daño estructural y restaurar las capacidades funcionales. Bajo una supervisión estrecha y un tratamiento adecuado este objetivo puede lograrse y mantenerse por largo tiempo. Se utilizan varios tipos de medicamentos para tratar la espondilitis anquilosante. Es importante la colaboración con su médico para encontrar el medicamento más seguro y eficaz para cada caso. Los medicamentos para la espondilitis anquilosante incluyen: Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) alivian el dolor y la hinchazón y las drogas antirreumáticas modificadoras de la enfermedad, también conocidas como DARMEs, actúan de diferentes maneras para reducir la inflamación en la espondilitis anquilosante. Los agentes biológicos son también un tipo de medicamentos relativamente nuevos, que bloquean las proteínas implicadas en los procesos inflamatorios.

Manejo de la Espondilitis Anquilosante:
La prescripción médica de ejercicio de bajo impacto produce resultados bastante prometedores en la calidad de vida y progreso de la Espondilitis Anquilosante. Especialmente a bajas intensidades y combinado con ejercicios de flexibilidad, se aprecian los cambios mayores. De igual manera, los ejercicios recomendados de postura o “higiene de columna”, aplicación de contrastes térmicos, electro estimulación transcutánea (TENS), entre otras medidas que pueden ser muy benéficas para relajar los músculos y poco a poco eliminar el dolor de las articulaciones afectadas.

Evolución:

El proceso inflamatorio ocurre donde hay una articulación o donde los tendones y/o ligamentos se unen al hueso. Por ejemplo, el proceso inflamatorio se produce alrededor de las articulaciones de las vértebras y áreas de fijación de los ligamentos, por ejemplo, en el hueso (isquial) de las nalgas sobre el que se sientan, o en el esternón, o donde el tendón se inserta en el talón. Como resultado de la inflamación se produce una pequeña erosión del hueso. Cuando la inflamación disminuye, se produce una cicatrización que ocasiona el crecimiento del hueso (hueso reactivo). Después de repetidos ataques, este hueso desarrollado puede llegar a rodear el disco. Entonces, dos vértebras pueden convertirse en una mediante un proceso de fusión. Los ejercicios que deberíamos realizar pretenden evitar o reducir este proceso.

Riesgos:

Ya hace muchas décadas que se observaba y documentaba que la enfermedad parecía darse de vez en cuando en algunas familias, pero no se supo por qué hasta que se descubrió la relación entre la enfermedad y el HLAB27.

Otros dolores de espalda y la espondilitis anquilosante:

Los problemas de espalda son unas de las afecciones más corrientes en las consultas de los médicos, pero muy pocos pacientes tienen espondilitis. A los médicos les concierne diagnosticar los diferentes tipos de dolores de espalda que los pacientes exponen. Esto explica en parte porqué se aplicaron diagnósticos equivocados a muchas de las personas que leen este folleto antes de recibir el diagnóstico final correcto; entre los diagnósticos equivocados más corrientes figuran el dolor de espalda, la dislocación de columna y la ciática.
La enfermedad también se confunde en ocasiones con la ESPONDILOSIS, término relacionado con problemas de desgaste y fractura. Esto es más corriente en ancianos. La terapia enérgica asociada con la espondilitis podría ser perjudicial para estas personas.

La espondilitis anquilosante en los niños:

En Gran Bretaña y los Estados Unidos, al 90% o más de los pacientes la espondilitis se manifiesta después de los dieciséis años. Al revés que en el mundo subdesarrollado, en GB y los EE.UU., un 25-30% presentan los primeros síntomas durante la infancia.

La diferencia entre la aparición de la enfermedad en los adultos y los niños tiene que ver con el hecho de que a los niños se les suele presentar, no con dolor de espalda, sino de las articulaciones periféricas, generalmente la rodilla, la cadera, el tobillo u otras articulaciones mayores. Por lo que respecta a la prognosis a largo plazo, los niños que manifiestan espondilitis precoz son más proclives a sufrir una enfermedad de cadera persistente que puede hacer necesario reemplazarla totalmente. Dado que esta operación no suele presentar ninguna complicación, tal eventualidad no habría de preocupar excesivamente.

La principal diferencia entre sexos es que las mujeres tienden más a la espondilitis de las articulaciones periféricas (reminiscente de la de los niños) y tal vez sufren una espondilitis de columna menos agresiva. Así, a las mujeres se les solía etiquetar equivocadamente como pacientes de “artritis seronegativa” o una de las demás enfermedades inflamatorias de las articulaciones. En general, el tratamiento es el mismo para ambos sexos aunque, por supuesto, hay que tener un cuidado especial con las mujeres en edad de gestar.

El embarazo:

En general, el embarazo no constituye un problema si se tiene espondilitis. En algunas clases de artritis, especialmente en la artritis reumática, la enfermedad remite durante el embarazo. Esto no es así en el caso de la espondilitis, por desgracia. Como sea que la mayoría de nacimientos se producen cuando se es más joven, la espondilitis muy a menudo no ha alcanzado la etapa en que podría determinar un nacimiento difícil. Sin embargo, en el caso que afecte a la cadera, podría requerirse una cesárea.
Normalmente es aconsejable dejar de tomar anti-inflamatorios durante las primeras 12 semanas y las últimas 4 semanas del embarazo. Intenten aumentar el programa de ejercicios durante este período a fin de intentar reducir la tendencia del dolor a aumentar por no tomar los agentes anti-inflamatorios. La reanudación de la medicación después del nacimiento depende de si se da el pecho al niño.

Casos atípicos:

La espondilitis anquilosante es una enfermedad muy variable. El desarrollo característico descrito en esta información no se da en todos los casos.
Aunque los rayos X puedan parecer impresionantes, los síntomas no siempre coinciden. También ocurre lo contrario, es decir, un dolor muy intenso que no reflejan los rayos X. Se ha insinuado que es más corriente que la espondilitis anquilosante siga un curso menos doloroso en las mujeres que en los hombres. También se ha visto que, globalmente, la espondilitis anquilosante se diagnostica mucho más pronto en los hombres que en las mujeres.

Dr. Avilio Méndez Flores





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