La radiación

Consideraciones generales:

La radiación no es misteriosa. Sus orígenes, sus leyes, sus efectos son perfectamente conocidos. Basta con consultar cualquier texto de física nuclear, de física moderna o de radioquímica para encontrar todos los detalles o las fórmulas que se requieran. El hecho de que sea invisible a nuestros ojos no debe molestarnos: también lo son las ondas de radio o televisión, los microorganismos y el oxígeno que respiramos.

La radiación no es esotérica ni mágica; es perfectamente mundana. Cualquiera que lo desee la puede usar, aunque naturalmente es importante tener la capacitación adecuada y el entendimiento de su naturaleza.

La radiación sí es de cuidado. Puede causar daños, al igual que cualquier otra aplicación de la tecnología. En este caso los daños pueden ser quemaduras u otros cambios químicos en los tejidos y cambios genéticos. Existe un código, elaborado en base a la experiencia acumulada, sobre el uso de las radiaciones, código que recomienda diferentes niveles de dosis de radiación que no deben rebasar los diversos sectores de la población. Las precauciones que exige el uso de la radiación no son distintas, en el fondo, de las que demandan otras tecnologías: evitar derrames, diseñar protecciones adecuadas, capacitar al personal, tener monitores apropiados, seguir ciertas reglas de conducta.

La radiación sí puede ser benéfica si se usa correctamente. Han salvado incontables vidas las radiografías v otros métodos de radiodiagnóstico. También la radioterapia ha salvado o prolongado gran número de vidas. Las múltiples aplicaciones no médicas de los radioisótopos, los aceleradores y los reactores han ayudado a avances tecnológicos de maneras insospechadas; y por otro lado, en la producción de energía eléctrica por reactores nucleares son las radiaciones producidas por la fisión nuclear las que calientan el fluido que mueve las turbinas. En algunos países la energía nuclear predomina sobre las otras fuentes, por lo que es indiscutible beneficio para esos países.

Historia:

El fenómeno de la radiactividad fue descubierto casualmente por Henri Becquerel en 1896. Estudiaba los fenómenos de fluorescencia y fosforescencia, para lo cual colocaba un cristal de Pechblenda, mineral que contiene uranio, encima de una placa fotográfica envuelta en papel negro y las exponía al sol. Cuando desenvolvía la placa la encontraba velada, hecho que atribuía a la fosforescencia del cristal. Los días siguientes no hubo sol y dejó en un cajón la placa envuelta con papel negro y con la sal de Uranio encima. Cuando sacó la placa fotográfica estaba velada, y no podía deberse a la fosforescencia ya que no había sido expuesta al sol. La única explicación era que la sal de uranio emitía una radiación muy penetrante. Sin saberlo Becquerel había descubierto lo que Marie Curie llamaría más tarde radiactividad. Mme. Curie siguió trabajando y fue la primera mujer que ocupó un puesto en la Universidad de la Sorbona en Paris. Siguió investigando junto a Ernest Rutherford, quien encontró que la radiación que emitían las sustancias radiactivas, tenía tres componentes que denominó: alfa, beta y gamma.

Radiación alfa

Es un tipo de radiación poco penetrante que puede ser detenida por una simple hoja de papel. Rutherford sugirió que los rayos alfa son iones de átomos de Helio (He2+) moviéndose rápidamente, y en 1909 lo demostró experimentalmente.

Radiación beta

Su poder de penetración es mayor que las alfa. Son frenadas por metros de aire, una lámina de aluminio o unos cm de agua. Existen varios tipos de radiación beta:

Radiación Beta menos
Radiación Beta más

Radiación gamma

En este tipo de radiación el núcleo no pierde su identidad. Mediante esta radiación el núcleo se desprende de la energía que le sobra para pasar a otro estado de energía más baja. Emite rayos gamma, o sea fotones muy energéticos. Este tipo de emisión acompaña a las radiaciones alfa y beta.

Es una radiación muy penetrante, atraviesa el cuerpo humano y sólo se frena con planchas de plomo y muros gruesos de hormigón. Al ser tan penetrante y tan energética, de los tres tipos de radiación es la más peligrosa.

Usos y riesgos:

La radiación es un tipo de energía que forma parte de la naturaleza y controlada no representa ningún riesgo, pues de hecho las radiaciones conviven con nosotros en hospitales, industrias y hasta en ciertos gases que se encuentran en el suelo.

En el campo de la medicina, las radiaciones se utilizan para tratar el cáncer (radioterapia) y parta diagnosticar muchas enfermedades a través de rayos X. las radiaciones tienen muchos tipos de partículas, siendo las de tipo gamma, las más abundantes. Estas atraviesan sin dificultad los tejidos sin dificultad e impactan en el ADN de las células, produciendo mutaciones celulares y dando lugar a diversos tipos de cáncer, especialmente leucemia y cáncer de tiroides.

Efectos:

Los efectos que la exposición a la radiación tiene en el organismo humano son diversos. Las repercusiones dependen de la distancia a la que se encuentre cada persona, su sensibilidad, las dosis y los materiales radiactivos emitidos.
A mayores dosis de radiación, mayores repercusiones en la salud, pues estas destruyen el sistema nervioso central y los glóbulos blancos y rojos, comprometiendo el sistema inmunológico y dejando a la víctima vulnerable ante las infecciones.
La población más vulnerable son los niños, pues cuanto más jóvenes, mayor es la sensibilidad a las radiaciones, las cuales pueden provocar incluso algún tipo de retraso en el desarrollo cerebral de los bebé.
La exposición puntual a altas dosis de radiación (muy por encima de 100 mili sieverts), puede provocar el denominado Síndrome de Radiación Aguda, es decir, ciertos efectos agudos en poco tiempo que incluyen: malestar, quemaduras de la piel, problemas respiratorios, diarreas, náuseas o vómitos, fiebres, caidas del pelo, entre otros. Mientras tanto, los daños acumulados pueden causar problemas de salud más graves a largo plazo, fundamentalmente cáncer.
Cuando grandes cantidades de radiactividad entran en el cuerpo en muy poco tiempo, afecta a todos los órganos y cualquiera de ellos puede tener un fallo fulminante. Una única dosis de 5.000 mili sieverts, por ejemplo, mataría aproximadamente a la mitad de las personas expuestas en un mes.
Uno de los componentes más peligrosos que puede encontrarse en un reactor nuclear es el yodo radiactivo, el cual es absorbido por el organismo durante un accidente nuclear y tiende a acumularse en uno de los órganos más sensibles a la radiación: la glándula tiroides, ocasionado casos de cáncer y otros problemas de salud más adelante.
Tratamiento: en caso de haber estado expuesto a un alta radiación, se administran pastillas de yodo (yoduro de potasio), las cuales tiene como objetivo evitar los daños en la tiroides. A pesar de su elevada eficacia para proteger esta glándula, si se administran en las primeras horas de la exposición, las pastillas de yodo no protegen otras partes del organismo.
Cuando una persona ha estado expuesta a niveles excesivos de radiación, se habla de envenenamiento o radiación ionizante. Este tipo de radiación causa problemas graves que, después de la primera ronda de síntomas, puede provocar un período breve sin enfermedad aparente, sin embargo, en ese lapso hay lesiones potencialmente fatales en los órganos internos.

Dr. Avilio Méndez Flores

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