Los resfriados y el clima


Generalmente hay una mayor tendencia a sufrir de gripe cuando hay frío.

Se ha descubierto que los virus se cubren de un material graso parecido a un gel cuando hace frío.

Este recubrimiento, se derrite en las temperaturas más altas del tracto respiratorio, lo que permite que el virus infecte a las células.

Esto podría explicar por qué a pesar de la globalización, los viajes y el contacto de la gente del hemisferio norte y sur, el virus de la influenza se restringe a ciertas épocas en distintas partes del mundo.

Al parecer, la resistente capa elástica alrededor del virus que se forma en temperaturas frías le ofrece la protección que se necesita para pasar de persona a persona.

Esta capa es tan robusta que incluso puede resistir ciertos detergentes.

Pero una vez dentro del huésped, el virus sólo puede infectar a la célula cuando el recubrimiento se ha derretido.

En estado líquido no es suficientemente resistente para proteger al virus, de manera que si la capa protectora se derrite cuando el virus está fuera del huésped, éste muere.

Entendiendo cómo el virus se protege a sí mismo para poder propagarse de persona a persona se podrá estudiar la forma de interferir con ese mecanismo protector.

Las epidemias de gripe a menudo ocurren en la época cuando entran los colegios a clase que es cuando hay un mayor contacto y una actividad intensa.

Pero en el verano o períodos de vacaciones no prenden las epidemias, por eso tendemos a echar la culpa al huésped.

Así entendemos que el virus se hace más o menos susceptible al medio ambiente, lo cual es un dato muy importante.

Por medio de una sofisticada técnica de resonancia magnética se ha logrado identificar las características detalladas de la forma como las membranas exteriores del virus responden a las variaciones de temperatura.

La membrana exterior del virus está compuesta principalmente de moléculas, llamadas lípidos, que son aceites, grasas y colesterol.

Se ha descubierto que a temperaturas ligeramente sobre el nivel de congelamiento, este recubrimiento lípido se solidifica en un gel.

Sin embargo, a medida que las temperaturas se acercan a los 15,6 grados centígrados, el recubrimiento se derrite gradualmente hasta convertirse en una mezcla líquida espesa.

Por lo tanto, las temperaturas en primavera y verano pueden ser demasiado altas para permitir que la membrana viral entre en este estado gelatinoso.

Como resultado, a estas temperaturas los virus de influenza podrían secarse y debilitarse, lo que resulta en el fin de la temporada de gripe.

Esto tiene un importante valor para la prevención que podría hacerse o planificarse de otro modo, quizás asociando más los programas de prevención de gripe con la temperatura ambiente de los distintos países.

Dr. Avilio Méndez Flores



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