La hepatitis B

El virus de la hepatitis B se propaga a través de la sangre y otros fluidos corporales. La infección se puede presentar si la persona:

• Recibe transfusiones de sangre.
• Tiene contacto con sangre en escenarios de atención médica.
• Se ha sometido a tatuajes o acupuntura con instrumentos contaminados.
• Ha compartido agujas al consumir drogas.
• Ha tenido relaciones sexuales sin precaución con una persona infectada

El virus de la hepatitis B se le puede transmitir a un bebé durante el parto o poco después si la madre está infectada.

El riesgo de llegar a infectarse de manera crónica depende de la edad de la persona en el momento de la infección. La mayoría de los recién nacidos y alrededor del 50% de los niños infectados con hepatitis B desarrollan hepatitis crónica. Sólo unos pocos adultos infectados con VHB desarrollan dicha afección crónica.

La mayor parte del daño del virus de la hepatitis B se debe a la respuesta del cuerpo a la infección. Cuando la respuesta inmunitaria del cuerpo detecta la infección, envía células especiales para combatirla. Sin embargo, estas células que combaten la enfermedad pueden llevar a la inflamación del hígado. El daño hepático también interfiere con la capacidad del cuerpo para deshacerse de la bilirrubina, un producto de la descomposición de glóbulos rojos viejos. Esto lleva a que se presente ictericia (coloración amarillenta de los ojos y del cuerpo) y orina turbia.

Toma alrededor de 1-6 meses desde el momento de la infección hasta que aparecen los síntomas de hepatitis aguda. Los síntomas iniciales pueden abarcar:

Pérdida del apetito. Fatiga. Fiebre baja. Dolores musculares y articulares. Náuseas y vómitos. Piel amarilla y orina turbia debido a la ictericia

Se hacen los siguientes exámenes para ayudar a diagnosticar la hepatitis B: Nivel de albúmina (puede estar bajo). Pruebas analíticas de anticuerpos contra la hepatitis B. Pruebas de la función hepática. Tiempo de protrombina (puede incrementarse debido a insuficiencia hepática severa)

La hepatitis aguda no necesita un tratamiento diferente al monitoreo cuidadoso de la función hepática, lo cual involucra exámenes de sangre. En los casos raros en que la persona desarrolla insuficiencia hepática, se le debe monitorear en una unidad de cuidados intensivos (UCI) hasta que se recupere o hasta que sea necesario un trasplante de hígado, que es la única cura en estos casos.

El daño hepático le dificulta al hígado su capacidad de descomponer proteínas, de manera que se debe restringir la ingesta proteica. Se administrarán medicamentos para limitar la producción de proteínas por parte de las bacterias en el cuerpo.

El tratamiento de la hepatitis crónica consiste en medicamentos para tratar infecciones y reducir la inflamación y otros síntomas. Asimismo, el transplante de hígado se utiliza para tratar la enfermedad hepática por hepatitis B crónica en estado terminal.

La enfermedad aguda generalmente desaparece después de 2 o 3 semanas y el hígado vuelve a la normalidad en aproximadamente 4 meses. Algunas personas infectadas desarrollan hepatitis crónica.

La hepatitis B es mortal en aproximadamente un 1% de los casos.

Existe una tasa de carcinoma hepatocelular más alta en aquellas personas que han tenido hepatitis B que en la población general. Otras complicaciones pueden abarcar: Hepatitis crónica y persistente. Cirrosis

Se debe consultar con el médico si se presentan síntomas de hepatitis B. Igualmente, se debe consultar si los síntomas de la hepatitis B no desaparecen en 2 o 3 semanas, si se desarrollan nuevos síntomas o si la persona pertenece a un grupo de alto riesgo para hepatitis B y todavía no ha sido vacunada contra la enfermedad.

Las personas que están en alto riesgo, incluyendo los trabajadores de la salud y aquellos que conviven con alguien con hepatitis B, deben hacerse aplicar la vacuna contra la hepatitis B. Se recomienda la vacunación de todos los recién nacidos y niños que no hayan llegado todavía a la pubertad. Los bebés nacidos de madres que en el momento tengan hepatitis B aguda o que hayan tenido la infección reciben vacunas especiales que incluyen la administración de inmunoglobulina contra la hepatitis B y vacunación contra la hepatitis B en las 12 horas posteriores al nacimiento.

El examen de toda la sangre donada ha reducido la probabilidad de contraer hepatitis B en una transfusión de sangre. La notificación obligatoria de esta enfermedad permite a los trabajadores de la salud del estado rastrear a las personas que han estado expuestas al virus y vacunar a aquellos que aún no han desarrollado la enfermedad.

Se debe evitar el contacto sexual con una persona que padezca hepatitis B crónica o aguda. El uso de condones, si se hace en forma sistemática y apropiada, también puede reducir el riesgo de desarrollar esta afección.

Dr. Avilio Méndez Flores

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